Este libro llegó a mis manos de casualidad. Mi marido fue a librería y allí se lo recomendaron, y sin saber bien de qué trataba, lo trajo a casa. En la portada ponía que era algo a sí como un Traisnpotting rural, así que me resultó llamativo. Primero lo leyó él y le gustó mucho, entonces lo cogí yo. He de decir que el principio no me motivó mucho, pero seguí porque Manuel me dijo que luego se ponía mejor. Los primero capítulos solo se hablaba de drogas, el protagonista estaba todo el tiempo consumiendo y pensando en ello... pero decidí seguir. Y me encantó.
Se trata de un grupo de amigos desde la infancia, de un pueblecito cercano a Granada. Están marcados por el paro, las drogas, el alcohol, la delincuencia, pero también por la soledad, la amistad, la violencia y el amor. Es una historia muy muy dura, y el título resume perfectamente el argumento, "los monstruos siempre ganan". La vida no es de color de rosa y no siempre triunfa el amor como en las películas. Las cosas no tienen porqué acabar bien, de hecho, en la vida real es así, te va poniendo trabas que a veces se superan y a veces no.
La narrativa viene dada desde el punto de vista de cada uno de los personajes, con sus pensamientos, sus pretensiones y todo ellos reflejado con su propio lenguaje y su propia forma de afrontar la vida. Es, por tanto, una narrativa ágil y fácil. La historia te va atrapando a medida que va avanzando, dando incluso varios giros que te duelen como lector.
Es, en definitiva, un libro muy recomendable para ver la vida como es cuando no nos cuentan historias de princesas con finales felices.